El cliente y el mercado
En un contexto global donde la crisis climática sigue siendo una de las mayores amenazas para el futuro del planeta, las empresas tienen un papel crucial en la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Si bien muchos de estos actores buscan formas de mitigar su impacto ambiental, una opción cada vez más viable y estratégica es compensar su huella de carbono a través de créditos tecnológicos derivados de proyectos de descarbonización.
Los créditos de tecnología de descarbonización son instrumentos que representan la reducción de emisiones de carbono obtenidas mediante el uso de tecnologías avanzadas, como la captura y almacenamiento de carbono (CCS), la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS), o tecnologías emergentes como la eliminación directa de carbono de el aire (DAC). Estos créditos permiten a las empresas neutralizar eficazmente sus emisiones, invirtiendo en proyectos que no sólo abordan las emisiones actuales, sino que también fomentan el desarrollo de soluciones tecnológicas a largo plazo para combatir el cambio climático.
Seguridad, Legalidad y Eficiencia en la Compensación
La clave para hacer viable y ética esta estrategia radica en garantizar que los créditos sean seguros, legales y eficaces. La seguridad es esencial para garantizar que las tecnologías utilizadas para la descarbonización no solo sean técnicamente viables, sino que también se implementen de manera que realmente logren reducciones de emisiones, sin causar impactos negativos al medio ambiente o a las comunidades locales. La verificación independiente y el seguimiento continuo de los proyectos son esenciales para garantizar que los créditos de carbono realmente correspondan a reducciones genuinas y mensurables.
Por otro lado, la legalidad de estos créditos está respaldada por un marco regulatorio internacional y nacional que regula su emisión, garantizando que las empresas no sólo cumplan con sus compromisos climáticos, sino que lo hagan bajo un sistema de gobernanza transparente y alineado con los principios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y otros acuerdos internacionales, como el Acuerdo de París. El cumplimiento de estas normas garantiza que los créditos adquiridos no sean sólo una práctica de «lavado verde», sino una contribución real a la lucha contra el cambio climático.
Finalmente, la efectividad de los créditos tecnológicos para compensar la huella de carbono depende de su capacidad para generar reducciones significativas y permanentes en las emisiones globales. Las empresas deben asegurarse de que los proyectos en los que invierten están diseñados para producir resultados medibles y verificables, y que estos contribuyan a la aceleración de la transición energética y la descarbonización de la economía global.